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SECRETARÍA DE PRENSA

Derribando pre-juicios

Marina es de Bragado, Provincia Buenos, tiene 46 años y personalmente parece aún más joven; tiene dos hijos: una mujer de 25 años y un adolescente de 13; es felizmente abuela, lo dice emocionada y nosotras nos emocionamos con ella cuando la escuchamos hablar de su nieta.

Es cálida, simpática, habla muy rápido y lo que nos muestra de ella en la entrevista se condice con la definición que nos da de sí misma: “soy bastante activa…hago funcional, spinning, salgo a correr, hago un poco de todo”.

Entro a trabajar en el año 2010 en el Distrito de Bragado, perteneciente a la Seccional Mercedes. Cuando le preguntamos cómo es trabajar en Bragado, nos cuenta: “Es un distrito chico somos 13 personas más o menos… Lo que tiene de particular de trabajar en un distrito es que todos hacemos de todo…todos atendemos al público, todos hacemos claves fiscales”.

 Su primer día de trabajo, fue particular y así lo cuenta. Entro a trabajar al Organismo un 19 de mayo, ella venía de trabajar en otra repartición pública; se presentó a las 8 AM y comenzó ver llegar a sus compañeras y compañeros, “… veía que estaban todos muy muy bien emperifollados, muy bien vestidos, todos muy coquetos y yo pensé: bueno será lo habitual” pero aun así había algo que le llamaba la atención y no entendía bien qué. De repente observa que pegan unos carteles donde se leía “atención reducida”, todos comienzan a irse, era el mediodía, se queda sola con un compañero. Cuando tímidamente pregunta qué estaba pasando, le cuenta que era el día del trabajador y trabajadora fiscal, nuestro día y que tradicionalmente se festeja en el sindicato compartiendo el día entre todos los compañeros y compañeras de trabajo de la Seccional Mercedes.

 Marina cierra su relato “Bastante atípico pero bueno, ahí comenzó mi trabajo en la AFIP”. Y nosotras pensamos: un día con mucha mística para comenzar a trabajar en el Organismo, sobre todo para quien un año más tarde se dedicaría a la defensa de los derechos de todas y todos los trabajadores fiscales.

Nos cuenta que cuando entro a trabajar nunca dudo en afiliarse, venía de otra repartición pública, provincial y su experiencia le había demostrado lo necesario que es un sindicato. “tuvimos conflictos con compañeros que los querían echar…y realmente pudieron sostener su fuente de trabajo y seguir en el lugar donde estaban gracias a la lucha del gremio”.

Por eso, porque pudo experimentar lo genuino de las organizaciones sindicales y romper con los prejuicios instalados por aquellos que se benefician con este hecho, es que no dudo cuando sus compañeros le pidieron que se postule como delegada, y esa fue la primera vez en su vida que fue delegada, nos cuenta con orgullo. Y así comenzó su camino por esta lucha que es la lucha colectiva: fue reelecta a los dos años, luego fue miembro de la Comisión Directiva de su Seccional, volvió a ser electa como subdelegada y finalmente en la actualidad es vocal. “A mi me parece que el hecho de haber empezado con el voto de mis compañeros hace que sea más noble la participación”.

Como vivimos muchas de nosotras, cuando Marina comenzó a ser delegada en su seccional la participación de las mujeres no era importante, menos aún numerosa, pero con el correr de los años eso fue cambiando nos cuenta “fue un cambio muy sutil, no fue una cosa así que eran todos varones y de pronto todas mujeres, fue muy sutil, y se fueron sumando cada vez más mujeres y hoy hay una gran participación de las mujeres”. Agrega “me parece que ahora tal vez hay como un sector de mujeres que tiene otra cabeza y que me parece que también de ahí viene el cambio de la participación y esto es interesante”.

El cambio fue paulatino pero no por eso menos profundo, tanto es así que ella es la primera mujer en su Seccional que tiene una licencia gremial “actualmente en el sindicato estoy inaugurando una licencia gremial” nos cuenta. Ella tiene la férrea convicción “que la mejor manera de poder realizar cambios como sociedad, como mujeres es participando” por eso aceptó el desafío y la responsabilidad, aunque ello le represente temores que son propios de quien asume con compromiso la tarea de estar con las compañeras y compañeros, escuchándolos, ayudándolos y resolviendo los problemas que les aquejan.

En su relato nos cuenta que en general las licencias se otorgaban a los compañeros de Mercedes, viniendo ella de un distrito y siendo mujer este fue para ella un reconocimiento doble; con lo cual sus compañeros de trabajo al recibir la noticia de su licencia gremial se llevaron una  grata sorpresa, uno comento “esta bueno porque es abrir el abanico y no centralizar”. Fue así que con Marina comenzó el cambio.

Pero también llegaron las preguntas: “¿Qué significa una licencia? Así que ¿no vas a la oficina? Era como que… ¿qué dejaste de trabajar? ¿renunciaste? ¿qúe vas hacer ahora? Fue una repercusión rara, incluso en la familia tener que salir a explicar qué es una licencia gremial. Tener que salir a explicar algo que… (hace una pausa y agrega) ¿quién no sabe lo que hace un sindicalista?” Entonces empezó para ella el cargar con el estigma de las que nos dedicamos a esto, el estigma de los y las sindicalistas “entonces tenes que explicar lo que es una licencia gremial o explicar qué vas hacer, ¿y ahora qué vas hacer? Esa pregunta recurrente…y si es prejuiciosa…sumamente prejuiciosa”.

Los mismos que tienen el poder para instalar estos  pre – juicios son aquellos que se benefician cuando estas ideas calan hondo en el pensamiento de la sociedad. Sabemos que no todas y todos somos iguales, ni actuamos de la misma manera ante un conflicto, lo que es seguro es que tenemos las mismas convicciones, los mismos valores, porque las y los sindicalistas de AEFIP somos parte de un mismo Organismo, somos trabajadores, somos trabajadoras.

Marina sabe que tiene un gran desafío por delante, romper con pre-juicios, los de ser sindicalista siendo mujer, lo que redobla aún más su apuesta; aun así lo elige y lo transita con la seguridad de que cada batalla que dio en su vida la llevo al lugar donde siempre quiso estar.

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